
En la costa nos encontramos con un clima mediterráneo, suave en invierno y caluroso en verano; en el interior, un clima continental, con inviernos fríos y veranos muy calurosos; y en el norte, un clima de alta montaña con nieve en invierno y temperaturas suaves en verano.
Actualmente, Cataluña tiene más de siete millones de habitantes repartidos en 946 municipios. Tiene dos formas administrativas de división territorial: la división de la Administración, con 41 comarcas; y la división administrativa estatal, con 4 provincias: Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona. La ciudad de Barcelona es la capital.
La sociedad y la cultura catalanas se han construido a partir del intercambio de ideas, costumbres y personas, fruto de una larga historia de migraciones y transacciones comerciales con otras culturas y naciones, gracias a su enclave en el Mediterráneo. La sociedad catalana disfruta de una arraigada consideración por sus instituciones, su cultura, su lengua (el catalán) y sus tradiciones. El catalán es un rasgo fundamental de la identidad catalana y ha sido clave para la cohesión social. De ahí la importancia que representa, para toda persona recién llegada, aprender catalán y poder así comunicarse en la lengua propia del país de acogida, favorecer el conocimiento de su nuevo entorno vital y contribuir a su autonomía en los diferentes ámbitos, como el laboral, el relacional o el de participación ciudadana.

La economía catalana es próspera, con un sector primario prácticamente testimonial, pero dotado de subsectores muy potentes que compiten en todo el mundo; como el cava, el vino, el ganado, la fruta dulce o los derivados cárnicos. Asimismo, tiene una importante industria en sectores como el automóvil y los accesorios; la industria química; la alimentación; y la fabricación de electrodomésticos y de material informático y telemático de última generación. La industria editorial y la construcción también constituyen un sector decisivo. En el sector terciario cabe destacar el turismo y los sectores asociados a este.
Cataluña es un país con una clara vocación internacional. Su actuación en el exterior dispone de un espacio primordial: Europa, donde contribuye a reforzar el papel de las entidades locales y regionales por medio de la pertenencia al Comité de Regiones y otros organismos europeos. Por otra parte, la sociedad civil catalana también tiene una fuerte implicación en la cooperación internacional con los países más desfavorecidos.